“A 27 años del retorno a la democracia el tema de la dictadura y la transición no pierde fuerza”

“A 27 años del retorno a la democracia el tema de la dictadura y la transición no pierde fuerza”

Gerardo Oettinger, profundiza en el tema que se desarrolla en “Unidad Popular”, obra que se estrena este 12 y 13 de septiembre en el Camilo Henríquez.

Director y dramaturgo, estudió actuación en el Club de Teatro, en el Centro de Investigación Teatral La Memoria, en el taller para actuación con Paulina García en Matus Actores. Además, estudia dramaturgia con Juan Radrigán Rojas y en el taller del Royal Court. Estudia actuación en el Theatre de FITAM. Es reconocido dramaturgo de la escena nacional con un total de 13 escritas y estrenadas, de las cuales ha dirigido tres de su autoría: “Enero en París”, “La Victoria” y “Unidad Popular”.

¿Cómo describes la obra para el público que nunca la ha visto?

Es una obra hecha con testimonios reales que la compañía fue recolectando de personas y materiales de estudio. Desde que comenzamos la trilogía mujeres pobladoras con “Bello Futuro” (testimonios de CEMA Chile en los 80´s), “La Victoria” (testimonios sobre las ollas comunes de los 80´s).
Estos testimonios narran un chile de comienzos de la transición y la introducción de la pasta base en las poblaciones.
La obra, sucede una madrugada de domingo en otoño del año 1993. Durante los días del boinazo del Chile de la Transición, llega un nuevo cargamento de pasta a una población periférica de la capital. La tensión está en el ambiente. Muchos de los hombres están en la cárcel, perdidos en la droga, muertos o desaparecidos y las mujeres han tomado las riendas y han resistido. Entre balaceras y fuegos artificiales, pobladoras transitan por la esquina más peligrosa entrecruzando sus historias de búsqueda y permanente espera que pase algo que les cambie la vida; desatando el enfrentamiento con sus miedos y soledad del futuro que ya llegó.

¿Cómo fue el proceso de investigación, para el desarrollo de los personajes?

Esta obra, por medio de la recopilación de testimonios, material histórico y múltiples archivos de documentación, recorre la memoria de nuestro país instalando una situación adversa que se repite hasta hoy en muchas poblaciones del país: la droga y la violencia y la miseria, las enfrenta a situaciones extrapoladas por las circunstancias y el contexto.
La obra “UNIDAD POPULAR”, al igual que las obras que la anteceden” Bello Futuro” y “La Victoria”, utiliza el espacio teatral como denuncia y arqueología testimonial, centrándose en la búsqueda de la verdad. Pero no solo en la verdad histórica del testimonio, sino en la representación de esa verdad. El texto dramático (que crea una ficción basada en testimonios reales de mujeres pobladoras en torno a la droga), junto a la construcción
del dispositivo escénico (donde la estética de la época es reproducida: una esquina del barrio, un farol de la población, las luces tenues azuladas de la noche, el blanquecino del farol que titila cuando la pasta se quema en la pipa). Estos elementos escénicos respaldan el carácter testimonial de la obra. El lugar es un recorte de la realidad, un trozo de esa esquina, de ese sitio eriazo. Donde las mujeres montan guardia, donde los adictos fuman y los narcos discuten. El acontecimiento por el que atraviesan los personajes en escena, y su lenguaje cotidiano, (lenguaje marginal de los años 90′ constituyente de memoria), deben suceder, como un todo, con esa verdad que cala y que invita a viajar en una máquina del tiempo que muestre: cómo ocurrió y cómo sigue sucediendo.
Se trabaja la situación dramática a tiempo real a través de un lenguaje cotidiano que entremezcla la tragedia, el melodrama, el drama político y el humor, junto a la cotidianeidad del acto y el contexto, lo que exige una extrema rigurosidad actoral en tanto al cuerpo, voz, construcción del lenguaje y trabajo de las emociones, que se constituyen desde la asimilación del testimonio y lo biográfico.

¿Es comparable el texto que se relata a través de la obra con hechos que ocurren en el presente?

Más que comparable. Muestra el germen de lo que hoy se vive en las poblaciones con la droga. Nos entrega un punto de referencia de cómo ha evolucionado esa fractura social. En varias oportunidades no hemos podido presentar la obra en algunas poblaciones porque nos dicen que está sucediendo algo muy similar y todo está muy sensible.

A 27 años del retorno a la democracia, el tema de la dictadura y la transición no pierde fuerza. El modelo está siendo cuestionado y conocer su base es imprescindible para saber cómo hacerle frente a una sociedad polarizada por la iniquidad. Aunque se intente dar vuelta la página, el dolor y la injusticia pulsan como herida que no sana. La dictadura surtió su efecto y la herida sigue abierta. El crecimiento de las movilizaciones ciudadanas, el anhelo de un cambio de la Constitución de Pinochet, las necesarias Reformas Sociales y los hechos de represión a los manifestantes nos demuestran que debemos seguir indagando en el pasado para comprender el presente. Como escribió Mario Benedetti: “Todo se hunde en la niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja el olvido está lleno de memoria”.

¿Cuál es el impacto social, qué es lo que te gustaría dejar en el público?

Transmitir la pregunta que Roxana (una pobladora de La Victoria hizo en un conversatorio), ¿Por qué pudieron organizarse para luchar contra Pinochet y no han podido hacerlo ahora contra el narcotráfico? La respuesta es muy compleja, porque la droga está incierta en el tejido social y en la familia. El problema está en el hogar, en la vecindad, en comunidad. En Dictadura, paradójicamente, el enemigo era concreto y más sencillo de identificar.
La organización es la herramienta social imprescindible de las y los pobladores en su lucha silenciosa y cotidiana. Es la única esperanza que les queda.
En la obra vemos a mujeres pobladoras que intentan ser el soporte de una organización difuminada por la llegada de la democracia. A madres que se enfrentan al narco, utilizado por la dictadura y la democracia para mantener el individualismo. Sacamos a la luz las historias de lucha de estas mujeres que ha sido invisibilidades por la historia oficial.
En “Bello Futuro” la tesis es que podemos luchar desde dentro como Lautaro, desde el mismo CEMA. En “La Victoria”, el fogón de la olla común no debe apagarse por nada, y la organización debe prevalecer para el porvenir de la población.
Y en “Unidad Popular”, como dice un testimonio: “lo que queda es salvar a los niños porque los más grandes ya están cagaos”.

¿Qué opinas sobre la nueva camada de directoras/es emergentes?

Trato de ver el máximo de obras. Antes era más fácil poder hacerse un espectro más acabado de la producción teatral. Ahora, es difícil porque hay muchas obras, lo que es bueno, porque en el hacer se aprende. Otros dicen que, si se hace mucho, se baja la calidad y puede ser cierto. Pero, por lo que he visto, me parece lo contrario. Hay muchas obras interesantes de nuevas compañías, nuevas directoras/es y autoras/es. Hay una búsqueda. En general, las obras intentan explorar y comprender la sociedad con una mirada crítica y se nota y se agradece. Se están abriendo espacios para diversificar el teatro y remover la estructura conservadora que se va anquilosando. Las nuevas directoras/es, tienen mucho que decir. A veces lo dicen de manera súper directa y otras con metáforas. La vanguardia siempre estará ligada a la juventud, aunque los viejos, tampoco se quedan atrás. No queda otra cosa que hacer que escribir, montar, musicalizar, actuar y producir para que el teatro siga evolucionando. Es un cliché inevitable, que en manos de las nuevas generaciones está el futuro.

¿Cuáles son tus proyectos futuros?

Tengo 3 obras que estoy trabajando en paralelo, porque muchas veces las obras se retroalimentan, se ayudan, sin que se copien. Estos textos mantienen lo testimonial, lo histórico y lo político. No puedo decir mucho más porque las he postulado a concursos que requieren de pseudónimo.

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