Álvaro Pizarro es director de la compañía Árbol Danza, un grupo multidisciplinario, a la vez de coreográfo e interprete de la obra «Árbol».
Mediante una mezcla y una serie de matices en torno al butoh, el teatro corporal, las artes marciales y la danza contemporánea, la compañía pone en escena la investigación en el lenguaje del cuerpo y la relevancia mundial sobre la temática medioambiental.
Conversamos con el director sobre su acercamiento a las artes escénicas y la construcción en torno a «Árbol».
¿Cuál fue, haciendo memoria, tu primer acercamiento a las artes escénicas?
Estudié teatro y ahí me metí mucho más en el mundo de las artes escénicas y como espectador, viendo, vi algo en el año 2005 recuerdo, de Akira Kasai, un maestro de butoh, «Flowers» me parece que se llamaba su espectáculo en el Teatro Nacional y quedé súper impactado.
«Kiss and Cry», una obra de teatro, de danza belga, «Gemelos», me acuerdo también, como de obras que me marcaron mucho.
Y por ejemplo de «Flowers», que era Butoh, ¿qué fue lo que más te llamó la atención?
El tiempo. Yo creo que el tiempo que tenía la obra, un tiempo muy contenido, detenido, retenido. Sí, era súper, súper interesante.
Entonces tú cuando entras a estudiar teatro, ¿entras con la idea de querer hacer algo como danza o no lo tenías claro todavía?
No, no lo tenía para nada claro. De hecho, entro a estudiar teatro como un primer descarte de lo tradicional, pero sin saber mucho qué era el teatro, ni para dónde iba al teatro, ni a qué me invitaba el teatro.
Al sumergirme en la carrera, en la escuela, que es algo tan intenso, me empiezo a enamorar y me empieza a llevar hacia el lado del cuerpo.
Yo antes había hecho mucho deporte, algo de artes marciales, pero ese era mi vinculación con el cuerpo, nada desde el arte escénico, para nada.
¿En qué año de la carrera supiste hacia dónde querías ir?
Yo creo que más o menos pronto, finales de primer año o principios de segundo año, con profes que me marcaron mucho, como Elías Cohen, Cano Cáceres.
Fueron como maestros que hasta el día de hoy tengo contacto y para mi eran grandes referentes, veía sus trabajos, me alucinaba mucho y dije «oye, quiero hacer esto».
Pensando en esta obra, ¿cuándo y por qué nace Árbol?
Árbol nace el año 2018. Nace por una iniciativa mía en un principio como darle cuerpo, darle voz de alguna manera algo aparente, que no lo tienen, que es el medio ambiente, la naturaleza y por eso elegimos «árbol», como un poco un signo de aquello.
Reúno un equipo de muchas amistades admiradas, creativas y surge la obra. También paralelamente existe esta invitación de la compañía «Ruta de la Memoria», cuando hacen el Tercer Fibutoh en el Teatro Camilo Enrique se dan todas las piezas y montamos esta obra «Árbol».
¿Por qué elegir el butoh?
Creo que elegimos el butoh porque, bueno, a mí me pasa de que ya es como un lenguaje que vengo desarrollando hace mucho tiempo desde el año 2005 -tomando clases, seminarios – y ya es súper apegado a mis raíces de movilidad, de arte escénica, independiente de que hago una obra de teatro de calle o una obra de teatro para la primera infancia.
El butoh ya está pegado en mí, como lenguaje, como ciertas maneras me voy reencontrando de manera permanente. Entonces, cuando se dio esta oportunidad de hacer esta obra con mayor autoría, dijimos qué interesante poner el lenguaje ahí al frente.
Pero también tiene pinceladas de teatro físico, algo de artes marciales como es la contención de la energía. También tiene varias otras cosas, que no es como si uno pudiese catalogar como el butoh de una manera, tampoco creo que es así. Matizamos ese lugar del butoh, por decirlo de alguna manera.
Para personas que vayan a ver la obra y nunca se hayan enfrentado nunca a este tipo de experiencia, ¿cómo podrías describirla de una manera amigable?
Sí, creo que es una obra que plantea desde el punto de vista estético, tiene un alto cuidado estético. Desde ese punto de vista y la música que tiene a la poética que nos invita, es como una obra muy emocional, de mucha belleza.
Desde ese sentido es un viaje y en general hemos tenido una recepción por parte de la audiencia muy emocional, como muy guau, como el viaje que plantean. Ese es como el feedback que hemos tenido, viene bien de adentro igual, pero es verdad.
Así que es súper amable en ese sentido. Se lleva súper bien con música en vivo. Esta vez vamos a estar con dos chelistas que son increíbles ellas. Ángela Acuña chelista, muy connotada, compositora y la Maggie Rust, que también es otra tremenda chelista. Por primera vez en la vida van a tocar juntas, hace mucho tiempo tenían ganas de tocar juntas.
La obra cuenta con un equipo multidisciplinario en el área de diseño, en la técnica de verdad, una experiencia muy redonda. Pienso para el público hace reflexionar desde la emocionalidad, diría yo, desde la experiencia.
Para cerrar, ¿de dónde viene el nombre de «Árbol»?
Pienso que de alguna manera es una síntesis de algo que representa la naturaleza. Vivo frente a un parque y voy todos los días a ese parque. Ahora voy un poco menos, pero iba todos los días a ese parque. Tengo una perra, una mascota, tengo una hija, y vamos todos los días a ese parque, y cuando se me hizo esta invitación a hacer la obra, miraba mucho los árboles, como en su movilidad, su inmensidad, su fragilidad, su tiempo. Ahí apareció como ese concepto sobre árbol.