En una situación distópica, un fanático terraplanista es condenado a muerte tras provocar un confuso accidente. Esa es la premisa de «Terrario», obra presentada por Teatro La Niebla que estará estrenando por primera vez en Santiago este jueves en el Teatro Camilo Henríquez.
Su director Diego Acuña, que actualmente se encuentra en gira, escarba junto a Daniel Acuña, el dramaturgo, el poder de las ideas, la concepción de justicia y la importancia de los derechos humanos.
A continuación, dejamos la conversación que tuvimos con el director de teatro:
¿Cuál fue tu primer acercamiento al teatro?
Fue para un acto del colegio en el que hubo que representar algo y ahí me me me eligieron para hacer un personaje chico. Eso sería el primer personaje que hice, debe haber sido en segundo básico, algo así, y después comencé a meterme a los talleres de teatro del colegio.
Luego, adolescente, me metí a una escuela de teatro de la Municipalidad de Ñuñoa, que ahora, hablando con muchos colegas, me he dado cuenta que muchos pasamos por ahí. Era con Jorge Frigerio, un profesor argentino, actor también y muchos colegas ahora que que han estudiado en distintas escuelas, y que nos hemos encontrado en lo profesional, nos hemos dado cuenta que pasamos por ahí.
O sea, tengo un amigo, Matías Infante, que era con el que estábamos, Caro Quito, Felipe Zepeda. Hay un montón de cabros que pasamos por ahí, otras chicas de la Universidad Mayor. Ahí yo ya consolido un poco el el la idea de de seguir metido en el teatro. Más grande y más autónomo salía, podía ir al teatro y empecé a ver espectáculos que que de alguna forma nos remecieron a nosotros como generación.
Ver «Gemelos» me voló la cabeza y dije «se puede hacer algo súper interesante, algo distinto». Me habían enseñado todos los referentes que yo había podido obtener o acercarme hasta ese momento en el teatro, que era algo más realista, más clásico y esto me abría unos paradigmas que no estaban dentro de mi imaginario todavía.
Entré a la Chile el 2007 y yo ahí siempre digo que soy súper afortunado, porque empecé a trabajar al tiro. A nivel profesional me empezaron a llamar al tiro mis profesores a trabajar. Trabajé con la Nelda Muray el primer año, ya en segundo comencé a trabajar con Los Contadores Auditores. Hicimos «Karen», la primera versión, que ganamos el Festival Víctor Jara.
Después, cuando nos ganamos el Fondart, me tuve que retirar, porque además me había metido en otros proyectos y ya no me daba el cuero para la escuela y los proyectos de afuera. Después trabajo con Víctor Montero, con el Copal Ibarra, con Pier Shore, hicimos «Machote futbolero», una obra que de alguna forma fue la primera que tuvo varias temporadas en la que participé y que tuvo harto rodaje.
Después trabajo con el Ernesto Orellana y actuaba también Marco Layera, que es el director de La Resentida, mi compañía. Ahí lo conocí y él me me dice que en el fondo me va a llamar a un próximo trabajo. Yo estaba terminando de montar «Tratando de hacer una obra que cambie el mundo» y él me dice que me va a llamar por un próximo trabajo.
Me llama y ahí me sumo a «La imaginación del futuro» y ahí me quedo con la Resentida. Siempre había tenido el bichito de dirigir. O sea, yo he hecho clases, he hecho talleres desde escuelas de Santiago, de escuelas, de sectores vulnerables o en riesgo social, con comunidades marginales. Programas que empecé a hacer en el 2007 con CONACE, que ahora se llama Senda.
Estuve trabajando hasta el año pasado en la Región del Maule. Me fui a vivir a Talca con un programa del Ministerio de Cultura, que era talleres artísticos en aula. Esto lo administraba la matriz que está en San Fernando y ellos, de alguna forma era un poco la secuela de lo que había sido la matriz de Valparaíso, que se fueron a San Fernando y desde ahí ellos tenían la coordinación de estos talleres en la región de O’Higgins y el Maule.
Estuve trabajando como tres años con ellos. Hasta que conozco a estos chicos de Talca que son Niebla Cultura que han hecho una pega súper valorable para lo que es el teatro regional. En cuanto no el teatro regional como institución, el Teatro Regional del Maule, sino como el teatro en región, porque de alguna forma responde a la necesidad que muchos jóvenes de la región vieron en algún momento y por eso decidieron salir a estudiar teatro.

Pero luego volvieron y comenzaron a hacer y a crear desde un lugar súper honesto y también pretencioso de alguna forma, tratando de desmarcarse de lo que de alguna forma prejuiciosamente todos tenemos sobre el teatro regional. Que es más amateur, más pobre, que es más al lote, quizás más conformista, creo que ellos han hecho un trabajo súper exploratorio y han tratado de romper ese prejuicio y lo han logrado en cierta medida.
Cuando llego allá empiezo a conocer chicos y ellos me llaman y me dicen «mira, tenemos un texto y nos gustaría ver qué te parece dirigirlo». Me parece interesante el texto de «Terrario». Estamos en un escenario pre pandémico, estamos en el estallido social y el texto empieza a plantear una realidad que es súper distópico y claro, nos parecía lejano.
Pero después de repente llega la pandemia. Nos frena estos procesos de ensayos que habíamos tenido, que era básicamente trabajo de mesa y te diría que en una semana, dos semanas o un mes por ahí comenzaron ya a a pasar cosas a nivel global, tanto tanto nacional como global, que de alguna forma empezaron a hacer este universo distópico no tan distópico.
«Terrario» nos cuenta un juicio abierto, virtual de alguna forma a un condenado a muerte, por haber participado y organizado de alguna manera una misión para probar que la tierra es plana y que en el fondo hay un domo que la cubre. Este juicio que nos pareció un poco casi de ciencia ficción. Resulta que después en un país de África, no me acuerdo dónde fue, en Nigeria o Uganda, cobra realidad.
Pues entonces aparece el primer condenado a muerte por Zoom y y fue ejecutado. Algo que nosotros decíamos que era prácticamente imposible, tomar una decisión así. Lo mínimo que uno espera era que por lo menos, no sé, hubiese algo de realidad, no a través de una pantalla, sino que el acusado estuviera ahí, con la posibilidad de defenderse con con todas sus capacidades físicas, intelectuales y no con este filtro que de alguna forma sesga todas esas intenciones.
Esa comunicación, no verbal que existe y que que de alguna forma también constituyen el lenguaje o el discurso que uno pueda generar, sobre todo, en una defensa o en un caso así. En «Terrario» se nombraba que se había generado una distancia que que de alguna manera se había producido por virus y que la gente se había tenido que aislar.
Hacemos alguna corrección, o más que corrección, algún alcance a nivel dramatúrgico y profundizamos un poquito más en eso, pero era algo que ya venía en el texto que nosotros originalmente comenzamos a trabajar y se empieza a dar en la la realidad empieza a a acercarse cada vez más a este universo distópico que nos planteaba Terrario.
Creo que eso también fue una de las fortalezas que nos permitió adjudicarnos el Fondart de creación ese año, ya veníamos trabajando de antes y después aparece este escenario pandémico, de alguna forma teníamos un buen avance de lo que el proyecto tenía que contener para poder postularlo. Ya teníamos las bases, o las directrices de narrativa de a donde íbamos, la directrices de dirección también para dónde queríamos apuntar esta obra y qué era lo que nos llamaba la atención de rescatar o de profundizar a nivel del montaje a nivel de ideas, a nivel de escénico.
¿En qué año se estrena el Terrario?
Lo estrenamos el 2020, en formato digital. Fue 2021, diría yo, que la estrenamos en formato digital y no quisimos decirle a nadie. En ese entonces yo no quería venderla, pero lo que pasa es que el Fondart lo justificamos y la razón por la que lo adjudicamos fue que estábamos en pandemia y no podíamos hacer la obra de lo que queríamos era montarla y registrarla.
Entonces ese fue el gran enganche que tuvimos, como poder adjudicarnos el fondo que la obra, el proyecto planteaba que la obra se iba a hacer y se iba a registrar para que una vez que las condiciones lo permitieran, pudiésemos difundirla y de alguna forma ponerla en circulación ya con todo lo que se requiere o todo lo que piden las salas para poder programarte: Videos, fotografías, etcétera.
Ahora estoy acá en Bélgica y no voy a poder estar en esta temporada ,porque estoy de gira con mi compañía y cuando se estrenó de forma presencial, que fue la Sala de la UCM, el Centro de Extensión en Talca, yo tampoco estuve, también andaba de gira.
Después la obra se fue a Curicó y tampoco estuve. Ahora la pude ver recién en vivo con público el año pasado en Los Ángeles. Ellos nos invitaron y ahí recién vi la obra en vivo y y pude ver las reacciones del público, no tenía esa referencia del público, la obra tuvo una muy buena recepción. Dispara el pensamiento de la gente de alguna forma hacia donde lo queríamos apuntar. Entonces, escénicamente es un trabajo que nos deja satisfechos, porque logramos poner en escena la situación, pero también hacer el enganche con la idea que nosotros queremos transmitir.
Hablar de terraplanismo, puede ser un poco hasta anecdótico, pero mi rollo en la dirección fue hablar sobre el concepto de las ideas, lo peligroso que pueden ser las ideas y que a veces se plantean como ingenuas o desde esta libertad de pensamiento que todos tenemos y que podemos creer lo que queramos.
A mí me interesa eso, en qué punto la idea se vuelve peligrosa y vincularlo con muchas ideas peligrosas que hoy día nos están rondando y que desafortunadamente cada vez comienza a tomar más fuerza. Hay sectores políticos que se aprovechan de eso, la profundizan sin medir las consecuencias a las que nos puede llevar esto como sociedad, y hablo directamente de las ideas de ultraderecha y fascistas que hoy en día están rebrotando. Teníamos la esperanza que como sociedad habíamos superado hace bastantes años y que teníamos la experiencia histórica de todo el mal y el daño que habían causado, los estragos que habían producido, el dolor que causaron a tantas comunidades.
Sin embargo, hoy en día se utiliza como un recurso político. Pone en riesgo la estabilidad social solamente por un interés de poder y de control jerárquico de estos grupos fascistas que se cuelgan de esta idea. Como vivimos en un país que lamentablemente tiene un nivel educacional súper vapuleado históricamente, se aprovechan de la ignorancia de la gente. No por nada rechazamos una Constitución que nos podría haber puesto a la vanguardia en derechos sociales en el mundo.
Esta obra nunca se ha estrenado en Santiago, solamente en regiones, verdad?
Claro. Primera vez que llegamos a Santiago, que era una gran meta que yo les planteé a los chicos y que ellos también la compartieron y la tomamos como un desafío. Esta obra para mí no puede concluir o no podíamos concluirla y creo que no va a concluir aún. Creo que la obra tiene para moverse un rato más. De hecho, en agosto tenemos otra temporada en Teatro El Puente en pequeños ciclos de cuatro funciones.
Esta obra no podía concluir, quedarse solo en lo regional. No por desmerecer el teatro de regiones, porque como te decía, estoy gratamente impresionado en lo que he visto estos años con estos chicos que se han se la han jugado, en el fondo, por instalar un discurso artístico distinto en región y lo han logrado.
Yo decía que la obra tenía que llegar a Santiago, porque queramos o no, es el circuito teatral oficial donde realmente, de alguna manera, se puede consolidar un trabajo. O sea, lamentablemente en Santiago están las salas que tienen mayor visibilidad en cuanto a público, en Santiago es donde puedes recibir algún tipo de crítica. En Santiago es donde puedes hacer ruido en el fondo y es donde van los programadores a verte por si te quieren volver a mover algún lado.
El mercado teatral funciona en Santiago, pasa por Santiago. Para nosotros era importante llegar a Santiago y sobre todo con un espectáculo de región, una obra que no tiene nada dado de antemano. O sea, no tenemos ningún actor famoso, no somos una compañía con una amplia trayectoria.
No hemos hecho ruido como con otros proyectos, sino que solamente un grupo que de alguna forma se quiso desmarcar de este prejuicio, como te decía, sobre el Teatro regional, de regiones. No sé si lo podemos lograr, pero sí hay hartas cosas a favor que tenemos como grupo y como proyecto para haber sido seleccionados por el Teatro Camilo Henríquez y por el Teatro Puente para estar dentro de la programación.
Para alguien que nunca ha visto la obra, ¿cuáles son los puntos claves para entender «Terrario»?
Esto de las ideas, que era lo que te comentaba, del alcance y lo peligroso que se pueden convertir ideas y y cómo son aprovechadas de repente, para planteadas desde una ingenuidad, desde una mera curiosidad. Como cuando alguien tira la pelota, así por si pasa algo., pero esperando que si pasa algo, tengo acá atrás la garra gigante para tirarme con todo encima, colgarme de la situación, aprovecharme y llevarla hasta sus últimas consecuencias en pos de mí, de mis intereses personales o políticos. Es la gran analogía que yo busco con «Terrario».
Otro punto importante es la justicia, el derecho. Tanto el derecho como personal como el derecho a un juicio o a un proceso. Un proceso sin vicios, a ser juzgado en el margen del Estado de derecho y esta presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario.
Es algo que hoy en día está súper manipulado. O sea, no por nada hoy día se cuestiona tanto en nuestra sociedad los derechos humanos. Nos demoramos miles y miles y miles de años en poder ganarnos estos derechos sociales, asegurarlos, resguardarlos, defenderlos para que ahora llegue un grupo de fascistoides a decirnos que los derechos humanos nos frenan como sociedad y en el fondo hay que eliminarlos, que hay que salirse de la ONU y una cantidad de aberraciones que la gente común y corriente, a la que no se le ha dado la oportunidad de educarse, le empieza a encontrar sentido, porque no comprende. No está dentro de su universo, dentro de su concepción de lo que es un Estado de derecho. Entender que los derechos humanos son básicos para la constitución de una sociedad,
Creo que esa justicia, esa dignidad del ser humano que debe ser respetada en toda instancia de nuestro sistema, tanto jurídico como de nuestro ordenamiento social, es algo que en Terrario de alguna forma se busca poner en la palestra.
Qué es realmente la justicia, qué es realmente un proceso justo, qué realmente son los derechos humanos, cuál es la importancia de esto y por qué. A partir de las cosas que han pasado en los últimos diez años en nuestro país, 2000 años de evolución histórica en cuanto a derechos, ¿quiénes somos nosotros en el fondo para decir, con un par de hechos aislados que han ocurrido en nuestra sociedad, que los derechos humanos, que es algo que se han muerto millones de personas en defensa de ellos, no son importantes.
Creo que esos dos puntos, la justicia y el alcance de las ideas los grandes temas que orbitan la obra. Sí, creo que eso. Porque también hay recursos escénicos que nosotros jugamos, que en el fondo buscan poner en cuestionamiento la percepción de la realidad.
Existe la invitación a la gente que vaya a verla, porque hay cosas que de alguna forma se muestran y queremos forzar a que el público de alguna forma las crea o las interprete de una manera, para que luego en algún momento develar tanto el artificio como develar el mecanismo y poder plantear esta tesis que la realidad la aceptamos como nos la presenta.
Parece que nos he más fácil sumir las cosas que nos dicen, porque las dice cierta persona. Aquello que escuchamos, ponerlo en cuestionamiento, tensionarlo, criticarlo, darle una vuelta, deconstruirlo, volverlo a construir y ver qué sacamos de ahí el limpio nosotros como individuos, y qué podemos hacer de eso.
Un aporte para la sociedad y para nuestro nuestro entorno. Desde la obra aceptamos la realidad tal como se nos presenta y esa también es una idea fuerza que nosotros movemos a lo largo de toda la obra. A nivel escénico tratamos de jugar con esta idea nos creemos las cosas y después cuando las vemos de otra forma, ¿qué hacemos? ¿Nos echamos para atrás en lo que ya habíamos sostenido en base a algo que escuchamos, lo tomamos y lo hicimos propio o seguimos sosteniéndolo por orgullo o por vergüenza de decir «chuta, me equivoqué?
Creo que es algo que escénicamente es súper interesante de trabajarlo y de plantearlo, y creo que jugamos de una forma atractiva en este montaje.
Sobre el autor