Javiera Mendoza: «El amor es infinito y no termina ni con la muerte, ni siquiera con la desaparición, porque no es estático, se transforma con el tiempo»

Javiera Mendoza: «El amor es infinito y no termina ni con la muerte, ni siquiera con la desaparición, porque no es estático, se transforma con el tiempo»

«Y, Y, Y, Y, Y» es una obra sobre amor épico, lésbico y homosexual que muta, se protege e imagina, durante y después de la dictadura chilena, escrita por dramaturgo Nicolás Lange, dirigida por Javiera Mendoza y será estrenada en el Teatro Camilo Henríquez este 31 de agosto.

Javiera, que este año también dirigió «Antes de morir quiero conocer el cielo«, es directora y actriz de 29 años, oriunda de Maipú, que nuevamente dirige para compañía La Chueca, conversa sobre el próximo estreno y lo que podemos esperar de «Y, Y, Y, Y, Y«.

¿Cuándo y por qué nace «Y, Y, Y, Y, Y»?

Esta idea es una convocatoria que me realiza mi compañía La Chueca para dirigirla, que es el segundo montaje que realizo como directora. Nace desde esa invitación y ahora la estoy dirigiendo, pero eso es súper concreto. Me invitan a esto por segunda vez y ya me siento muy parte de la compañía, así que genial.

¿Por qué el título?

El «y» es toda la incertidumbre que podemos tener cuando mencionamos el «y», ya sea la sumatoria de cosas o también el espacio de pensamiento que tenemos antes de decir algo.

Creo que como país y también hoy como seres humanos, estamos en esa incertidumbre un poco y nos permitimos poco ese espacio, lo juzgamos antes, por ejemplo, desde lo concreto, que el «y» es una muletilla, pero también es un pensamiento del no saber cómo decirlo, más lo estoy pensando y lo estoy sintiendo.

Viene desde ese espacio de intermedio, de pensamiento, de pausa, de coma, de la incertidumbre y del abismo.

Como mencionas es tu segundo montaje como directora, ¿qué semejanzas, diferencias o aprendizajes hay entre esta obra y «Antes de morir quiero conocer el cielo?

Me pasa que son obras completamente distintas, pero que se encuentran en el amor. Creo que es una obra muy sensible, que habla de amor también, más allá del contexto político.

Para mí siempre hacer teatro es político, pero porque vivo en este país, para mí todo de alguna forma se conecta con eso desde mi discurso, pero se encuentran en eso.

Pero hay una gran diferencia y que es mi desafío como directora hoy, en que creo que Rae del Cerro con «Antes de morir quiero conocer el cielo», escribió un cuento y era una obra lineal y esta obra es poesía, y para hacerla dramática yo tuve que abandonarme a mí misma de alguna forma, porque yo soy muy del drama, de la teatralidad máxima y creo que solamente había que poder valorar las palabras de Nicolás y de que las personas, el público que asista a estas funciones, las vaya a escuchar, a valorar esas palabras y esa poesía.

Y en esa diferencia, entre un cuento y una poesía, ¿se ve en el escenario?

Yo creo que sí. Yo siento que el cuento había algo más de melodrama y con la poesía hay algo más tranquilo, más en calma, más realista, quizás más naturalista, quizás incluso en donde hay una verdad.

No quiero decir que el melodrama no lo tenga, pero sí hay una construcción de personajes, un mono, hay una caracterización, quizás una representación de algo. Yo creo que aquí tiene que ver con ponernos en escena, poner cuerpos que están relatándose de diferentes maneras, porque son distintos años, distintos contextos históricos, distintos personajes.

Hay mas de seis personajes que las actrices encarnan en la ficción, en cambio, la otra era una escena lineal donde el personaje tenía un inicio, un desarrollo y un final. Había una construcción lineal. Acá hay una construcción de ser humano, de yo como actriz me pongo al servicio de todas estas personas que tengo que representar.

¿Cuál es el desafío como directora bajo lo que ofrece la obra? 50 minutos, dos actrices, más de seis personajes

Yo creo que el desafío, siendo muy honesta conmigo misma, es no tenerle miedo a las pausas. No tenerle miedo al detenerme.

Creo que soy una persona que estoy en un ritmo constante, acelerado y bastante rápido. Me encanta el melodrama y la teatralidad, quiero construir mundos y espacios, pero con esta obra de verdad me ayuda al «escucha, detente tú también y ve lo que está ocurriendo a tu alrededor».

Las palabras que están diciendo y las palabras son tan fuertes que de alguna forma no pueden ser tan horrorosas en el teatro, porque el horror está alrededor. No quiero contar de lo que trata la obra en sí, pero yo pongo dos espacios en el escenario y hay un espacio que es el de la ficción, donde ahí las compañeras empiezan a representar, a encarnar distintos roles, distintas personas.

En eso yo creo que se encuentran en ese espacio un poquito más teatral, pero que también tiene una pausa, donde también hay un valor a las palabras, donde está al margen de lo que es la otra cosa, que es otro espacio que es el naturalista, el realista en donde estamos presentando una obra de teatro.

Se presenta mucho eso, estamos en una obra de teatro, queremos intentar hacer teatro, no sabemos lo que va a ocurrir, lo que les puede pasar, pero vamos a intentar hacerlo. Es tan noble que te juro que así empieza desde una nobleza tremenda para llegar al otro.

Como directora, como actriz, como todo tu ser como artista, ¿cuál crees que es el rol que tiene el teatro como arte en esta conmemoración de los 50 años?

Creo que es muy importante, porque es un espacio cultural, es un espacio que creo que hay algo. que más allá de no haber vivido en la dictadura y ser joven, la viví desde otros espacios, desde la escucha, desde mi familia, desde las cenas, desde las onces, los almuerzos familiares donde tuve abuelos, bisabuelos.

Tuve un abuelo que le allanaron la casa y que le hicieron bolsa su biblioteca y desde ese espacio me puedo involucrar como desde lo político en sí, pero también me afecta desde otro espacio, porque veo que las cosas siguen igual y desde ese lugar sigo con esa misma incertidumbre.

El otro día me pasó como creadora, que fui a ver a una obra de teatro de jóvenes, más jóvenes que yo, recién saliendo de la escuela, y yo dije guau, se me ha ido la rabia, he perdido rabia, qué increíble.

Porque cuando ya estás inmersa en el mundo del teatro, estás creando y estás haciendo y te interesa expresar ciertas cosas, ero cuando hay rabia, cuando hay dolor, es cuando también se construyen otras cosas. Desde ese espacio me estoy volviendo a conectar y creo que como es una obra que habla del amor y el amor para mí lo trasciende todo y es político, no puede no tener que ver con la dictadura, porque cuando hablamos de lo político estamos hablando de Chile.

De alguna forma de ahí conecta y creo está el concepto de memoria. En mi obra está el concepto de habla de violencia, pero enmarcada en una belleza que es una pregunta que yo me sigo haciendo como directora ¿puedo hablar de violencia y de belleza del lenguaje a la vez? La belleza de las palabras, porque es tan horroroso, pero el dramaturgo lo cuenta de una manera tan preciosa, tan bella, real, que no lo puedo definir de otra forma, que se encuentran estas cosas y de verdad que una explosión en la cabeza.

Cómo la belleza y la violencia, pueden ser parte de un lenguaje.

Eso es lo que yo me pregunto hoy y también como estoy viviendo hoy, porque siento que estamos en una violencia y que esta obra habla del pasado, del presente, pero también si estamos hablando de un pasado, un presente es para la construcción de un futuro.

También se habla de un futuro y de lo que estamos construyendo como seres humanos, porque no se nos puede olvidar. A mí, con la edad que tengo, con las cosas que yo sé por historia de Chile, que se puede aprobar una nueva Constitución, yo soy de esa de la idea de que no lo veo tan alejado con los pensamientos individualistas y moralistas que estamos teniendo hoy como ciudadanos de Chile.

Que espero que no, porque vivimos en esa ignorancia no todo el tiempo, pero también en esa burbuja que nos han hecho pensar, que viene de la dictadura militar y ahí el abismo.

¿Cuáles son los puntos claves para entender la obra?

Yo creo que no hay nada que entender. Eso es lo primero que le podría decir al espectador/espectadora que vaya a ver esta obra.

Habla de memoria, habla de amor, habla de muchas sensaciones que yo creo que el público tiene que ir a escuchar y a detenerse un rato. Creo que la única ambición que tengo como directora es que las palabras tomen valor en estos tiempos y de que logremos entender lo que está alrededor de nosotros como humanos.

De alguna forma también habla del mar, yo lo contextualicé en ese espacio. ¿En qué sentido? En que todos y todas nos hemos encontrado en algún momento en el fondo. Desde la poesía o desde la tristeza profunda que podemos vivir como humanos. En ese fondo nos encontramos y somos todes iguales.

Desde ese espacio también me pregunto cómo nos encontramos todes y pensamos y construimos un futuro. ¿Cómo nos encontramos en ese flote o en ese fondo? ¿Pero cómo nos encontramos? ¿Cómo podemos dialogar, cómo podemos entendernos?

Esta obra es solamente para venir a a escuchar, un espacio sensible de amor, porque para mí el amor es infinito y no termina ni con la muerte, ni siquiera con la desaparición, porque no es estático, se transforma con el tiempo.

Invitaría a las personas que ya sabemos lo que vivió este país y que no invitaría a ver una obra de dictadura, invitaría a detenerse y a escuchar las palabras que escribió el dramaturgo.

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