Nicolás Venegas Retamales, creador emergente nacional, presentará durante el tercer trimestre de este año en nuestro teatro, el montaje «El Estado Natural de las Cosas».
A sus 32 años, Nicolás ya cuenta con una larga trayectoria. Actor, Licenciado en Dirección de Arte en la Universidad Mayor con posgrado en dirección Teatral de la Universidad Finis Terrae, ha sido además intérprete en obras de Camila Karl, Mariano Tenconi, Manuel Morgado, entre otras.
El año 2019, tras la adjudicación de un Fondart Regional para la obra itinerante «Quiero entregarte mi corazón», Nicolás tuvo la posibilidad de entrar de lleno en la dirección teatral en un formato completamente distinto. “Esta primera obra me entregó mucha experiencia en relación a la importancia de desarrollar metodologías a la hora de traspasar las ideas que uno quiere llevar a cabo. Había dirigido antes trabajos en pequeño formato en el festival de teatro en casa y durante mi época de escuela. Pero en este momento, ya siento que he desarrollado y estoy en plena búsqueda de instalar mi trabajo. Lo que más me interesa es traspasar un punto de vista de la realidad a través de la creación”
Este año montará junto a su compañía Teatro Infausto la obra “El estado natural de las cosas”, “lo que verá el público es un thriller melodramático que en su desarrollo va revelando como los personajes ejercen sus relaciones de poder más allá de su retórica y/ o discursividad”.
¿Cómo ves el teatro hoy, en el contexto de pandemia?
Creo que es bastante paradójico lo que ha pasado con el teatro bajo el contexto de la pandemia. Por una parte, porque hay una insistencia en el quehacer que traspasa lo presencial, trasladándose a experiencias virtuales. Ese ejercicio de traducción me parece súper interesante y creo que más allá de la discusión romántica con respecto a si el teatro zoom es o no teatro, hay un lenguaje autónomo que comienza a articularse en estas experiencias virtuales, que no es excluyente al presencial y que existe hace mucho tiempo. Para mí eso habla de una necesidad.
Por otro lado, también se evidencian las diferencias sociales: el alcance a la tecnología y nuestra precarización como gremio. Sin embargo creo, que la pandemia ha permitido mayor vinculación entre compañías y teatristas de distintos territorios a través de conversatorios y actividades que se han ido articulando. Un ejemplo es, “Pixel Proyectado”, un proyecto de traslado de lenguajes escénicos a plataformas virtuales que estamos desplegando junto a Nelson Valenzuela, que ha tenido una interacción que no nos esperábamos.
En términos generales creo que es importante no perder el contacto y seguir articulando políticas culturales que nos permitan subsistir de manera digna ante emergencias de cualquier tipo y bajo un contexto de normalidad.
¿Cómo surge la compañía “Teatro Infausto”?
En el año 2019 dirigí mi primera obra en la Región de O´Higgins, que reflexionaba sobre la identidad rural en relación a los contenidos que circulan en RRSS a través de la historia de un fun club que esperaba la visita de los artistas pop en su provincia. Es ahí que en un inicio con actores de las regiones de O´Higgins y Metropolitana, decidimos formar una compañía que tuviera como premisa desarrollar un teatro contemporáneo, en donde también se conjugaron elementos de performatividad, tomando como referentes algunos trabajos de Christoph Marthaler y She She Pop con el interés de itinerar por territorios de la región para llegar a audiencias que no son asiduos a la actividad teatral. Desde mi perspectiva, hay cierto sesgo cultural en relación a los contenidos y los formatos que circulan en las audiencias y sus territorios, mi interés en esta compañía “Teatro Infausto” es traspasar esas barreras territoriales y promover experiencias autorales en otras audiencias que no son las que sólo circulan las salas de teatro de la capital.
¿Crees que es posible realizar cambios sociales desde las artes escénicas?
Absolutamente. Creo que las artes escénicas son un vehículo que nos da la posibilidad de ser críticos con las realidades que habitamos desde distintos territorios, ya sea estético, político o socioculturalmente. Más que una herramienta de cambio en sí, creo que son una especie de eslabón entre nuestros contextos sociales y el futuro, que nos permite reflexionar y criticar, a través de la representación; el cómo nos gustaría que fueran las cosas o el por qué son de esta manera, según nuestra experiencia con el mundo.
Próximamente, montarán la obra «El Estado Natural de las Cosas » en nuestro teatro. ¿Qué verá el público?
La obra narra la historia de un joven que llega a buscar trabajo a la casa de una familia de clase alta que vive alejada de la urbanización. Su llegada empieza a revelar una serie de tejidos interpersonales entre los personajes y cómo se desarrollan sus roles entre opresor y oprimido. La obra reflexiona sobre el por qué la opresión se ha vuelto abstracta haciendo creer a ciertos cuerpos que las divisiones sociales, de clase y género, tienen su origen en diferencias naturales. Lo que verá el público es una especie de thriller melodramático que en su desarrollo va revelando como los personajes ejercen sus relaciones de poder más allá de su retórica y/ o discursividad.
¿Por qué el Teatro Camilo Henríquez? ¿Qué significa para ti montar aquí?
Principalmente porque el teatro Camilo Henríquez es un patrimonio de la memoria cultural y social del país, porque defiende una línea crítica en su programación y es totalmente significativo en la historia del teatro chileno.
Porque también guardo un cariño especial por la sala desde la hermosa temporada que tuvimos en la obra “Yo tambien quiero ser un hombre blanco heterosexual” de la cual fui parte como intérprete. Y, sobre todo, porque creo que su gestión ha sido prolífica al dar cabida en su programación a visiones y autorías jóvenes que hoy se han instalado en la escena teatral con sus trabajos. Para mí significa un gran desafío en términos de calidad y me interesa mucho que nuestra obra “El estado natural de las cosas” sea un aporte a la programación y la continuidad de la sala, ya que creo es fundamental que existan espacios como el Teatro Camilo Henríquez que se ha convertido actualmente en una plataforma para la proliferación de nuevos lenguajes escénicos, teniendo en cuenta los pocos espacios que hay con esta línea de programación actualmente.
En las artes escénicas, ¿cómo ves tu carrera en 10 años más?
Es difícil responder a esa pregunta. Sobre todo en el momento en el que estamos. Creo que es un poco difícil pensarse en un futuro, con esto no quiero ser pesimista, más bien pienso en que no sabemos cómo se van a re estructurar los quehaceres artísticos en relación a una nueva normalidad. En realidad eso es lo que más me provoca curiosidad, cómo va a articular la teatralidad de aquí a unos años. Lo que sí creo, es que paradójicamente esta nueva forma de acercarse al teatro desde la virtualidad está visibilizando mucho más las creaciones regionales y también develando aún más nuestra precarización como gremio. Con mucho más entusiasmo me veo en este mismo camino y desarrollando un trabajo con un enfoque crítico a los contextos que estemos habitando y que mi trabajo creativo sea un aporte para abordar la centralización brutal que tiene la producción de teatro en Chile en términos políticos y de mediación con las audiencias que habitan la periferia y otras regiones del país.
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