Estrenada por primera vez de manera digital en pandemia y luego siendo estrenada de forma física en el Teatro Mori, “El estado natural de las cosas” de Teatro Infausto llega a nuestra sala desde el 7 al 10 de junio.
Su dramaturgo y director Nicolás Venegas, se formó en el IP Teatro La Casa y es Licenciado en Dirección Arte en la Universidad Mayor. Ha sido intérprete y esta es la segunda obra que dirige, que sigue la línea de la comedia negra.
Compartió sus pensamientos, reflexiones sobre lo humano y su visión de la sociedad con nosotros en la siguiente entrevista.
Haciendo memoria, ¿cuál fue tu primer acercamiento al teatro?
Fue de muy chico, estudié en un colegio artístico. Entonces en primero medio ya estaba montando obras de teatro de una manera muy amateur y muy ingenua, pero yo creo que fue en la media, una obra que se llamaba «La cantante calva» de Eugène Ionesco y fue el primer acercamiento real que tuve con las artes escénicas, el cual siento que pude entender hacia dónde se dirigía en términos de cómo estaba el cuerpo inserto en eso, uno tenía que agenciarse personalmente con respecto a las artes escénica y todo.
Y en cuanto a esa obra ¿qué fue lo que más te llamó la atención, el elenco, el diálogo?
La dramaturgia, porque yo desconocía narrativas, y lo que más me llamó la atención fue que era una dramaturgia del teatro del absurdo, que estaba dirigida directamente como una crítica social, pero a través de un lenguaje que estaba medio sublimado. Estaba pasado por otras narrativas y eso para mí fue súper revelador, en cuanto a entender que el teatro no es solo un paradigma en el cual las personas se enfrentan a un espectador, a una cuarta pared, sino una visión crítica.
Eso fue para mí lo más revelador, entender que hay mil lecturas, hay formas de traspasar información, hay formas de construir autoría, todo desde una visión muy ingenua e infantil, aún con 14 o 15 años, pero eso fue, creo, lo que más me movilizó personalmente.
¿Por qué la compañía se llama Teatro Infausto?
Principalmente porque mi visión con respecto a la teatralidad o las cosas no tiene que ver con las posibilidades de cambio reales o posibilidades de cambio o perspectivas de aprendizajes, que tengan una visión más positivista. Creo que mi visión, desde la teatralidad, es más pesimista con respecto a la sociedad.
A mí personalmente me pasa eso, por eso lo infausto en el fondo es un lugar de incertidumbre, de catástrofe, de no muchas posibilidades, de perder, de fracaso, de errar. Para mí, de una u otra cierta forma, la condición humana o la condición de un individuo está un poco ligada al fracaso constante y a la búsqueda de oportunidades o de espacio agenciamiento con las cosas, pero que siempre terminan en errores. Entonces de ahí nace un poco el infausto, un poco ponerle más ímpetu al error que al éxito.
¿Qué referentes tienes para esta obra o cuáles crees que son tus referentes como director?
Cuando la escribí hubo dos dramaturgias que me sirvieron de ancla un poco para ligar mi trabajo, como Pablo Manzi, que es un dramaturgo que me gusta mucho. Cuando vi “Donde viven los bárbaros», me reveló muchas cosas.
Y Carla Zúñiga, que trabajé con ella en “Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual”. He trabajado ya en dos o tres obras con ella. Entonces es un tipo de dramaturgia que me hace sentido y que también creo que va por ese lugar como un lugar de atravesar un poco lo humano, hacia un lugar de incertidumbre y un lugar más frágil.
Creo que desde ese punto de vista, esa dramaturgia es la que me ayudó un poco a anclar o direccionar mi propio trabajo allá punto en el cual está ahora, como obra o como construcción dramática.
Y para “El estado natural de las cosas”, ¿Cuál fue tu proceso creativo al nivel de dirección?
Fue un proceso bien largo, porque fue un Fondart que se gestó en pandemia. Entonces primero tuvimos unas versiones digitales, cambiamos el elenco, pasó el tiempo, ha sido un proceso bien largo. Imagínate que esto partió el 2020 y recién el 2022 logramos estrenar.
La obra en el fondo partió siendo de un caso real de un joven homosexual que fue asesinado en San Felipe. De ahí que yo me fui desligando un poco de ese tema, porque me sentí muy incómodo, me fue muy complejo trabajar con el patrimonio personal de alguien.
Entonces decidí salirme, despegarme de eso, hacer una ficción y en el camino nos fuimos permeando del contexto. Tuvimos también el estallido social de por medio, de pandemia y nos fuimos permeando de eso. Creo que permeó también la escritura de la obra y como las temáticas se iban movilizando, entonces con el equipo nos juntamos por Zoom una vez a la semana, para ir avanzando y les mandaba avance dramatúrgico, íbamos revisándolo.
Entendíamos el contexto país, el contexto en el que estábamos habitando y creo que eso se permeó caleta en una dramaturgia, se permeó caleta de eso, como políticamente.
No vi la primera versión de la obra, pero en esta versión online, ¿cómo era la obra?, ¿era la obra grabada y se transmitía o en está dinámica de la pandemia de vernos las caras por webcam?
Era un plano secuencia siguiendo a los actores dentro de la obra. Entonces estaba la cámara, los seguía, nunca se cortó la obra. Era un plano secuencia eterno.
¿Cómo fue pasar ese plano secuencia del formato digital a la presencialidad del Teatro Mori?
Fue muy heavy, porque nos encontramos con que la obra en el espacio, como lo habíamos pensado, primero con un dispositivo audiovisual, narraba otras cosas y cuando lo vimos en la presencialidad, en la teatralidad, se elevaban también otra forma de construir narrativa.
Ahí también tuvimos que tomar decisiones, “quizás esto está como por este lado, más estilísticamente, quizás no”. Fue muy distinto el trabajo que tenemos audiovisual al trabajo que tenemos presencial. Es muy diferente.
Nos fuimos más por un lugar de la comedia negra, supimos entender también que ciertas dinámicas de trabajo o narrativas que nos hacían más sentido en el audiovisual, que es un poco más frágil el trabajo, más delicado. Había más planos de los actores en que podían expresar o potenciar ciertas cosas de crítica o de mirada personal que no se lograba en la teatralidad. Entonces ahí tuvimos que hacer varios cambios y narrativas distintas.
Para alguien que nunca ha visto hasta ahora, ¿cuáles crees que son los puntos claves para que la gente entienda esta obra?
Yo creo que es una obra que a partir de la ficción intenta construir una visión de la realidad, pero basada en algo que no existe, que para mí eso principalmente me acomoda mucho.
Me cuesta mucho narrar historias de personas que ya existen o que tienen una vida. A partir de la ficción, vamos revelando algo que es sistemático, principalmente la desigualdad. Es lo que estamos contextualmente ahora políticamente, que no está marcando con el término de proceso histórico la desigualdad.
Están construidas las relaciones de poder desde una perspectiva más transversal, no analizándolo como un hecho particular, sino que entendiendo lo que tiene que ver con condiciones de género, de clase, de raza, de lugar de nacimiento, territoriales y la obra, desde esa perspectiva, lo que hace es narrar una ficción, pero entrar en todas esas temáticas y hacerlas presentes a través de su dramaturgia.
Es una obra muy pesimista, no busca encontrar en el espectador posibilidades de cambio, sino que entender que las cosas igual nunca cambian, es bien pesimista en ese sentido y para mí me hace mucho sentido con relación a lo que estamos viviendo, como en términos políticos, después de pasar por un estallido, por un proceso constitucional fallido, pero ahora estar de mano del Partido Republicano, todo eso me hace mucho sentido con la obra, porque en el fondo hace eso.
La obra es un ajusticiamiento que no se logra llegar a cabo y que en el fondo termina adaptándose a lo que nos entrega la posibilidad de la sociedad. Cómo funciona y para mí va a seguir funcionando, no veo muchas posibilidades de cambio y creo que eso se refleja en la obra.
Esta obra es una comedia negra, ¿tu obra anterior también fue comedia negra?
Sí.
Entonces, mejor que preguntar por qué es una comedia negra, ¿qué crees que tiene de especial la comedia negra y qué mensajes se pueden transmitir gracias a ese tipo de teatro?
Para mí, particularmente, la comedia negra creo que es una gran posibilidad de que las personas observemos nuestra humanidad y no desde un ensimismamiento, sino desde una perspectiva más cenital, reírnos y darnos cuenta de lo patéticos que podemos llegar a ser como sociedad y como personas con respecto a nuestra forma de actuar a nuestra retórica, a nuestra forma de relacionarnos con el medio, con las otras personas.
Entonces, para mí el espacio de la comedia negra tiene que ver con eso, con la posibilidad de reivindicar un cierto humanismo que pareciera que tienen que ver como con la posibilidad de positivismo y con la posibilidad de engrandecer la condición humana.
Creo que la condición humana tiene que ver todo el rato con lo errático, lo burdo y lo patético. Y creo que la comedia negra te da esa opción, de alejarte un poco y poder verte desde afuera y decir “somos demasiado absurdos”.