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Paulina Flores: «El teatro es una excelente herramienta para poder reflexionar, pero hay que encontrar la forma de que no se convierta en algo aleccionador»

Esta semana se presenta «Lejos de lo divino», unipersonal bufonesco de La Factoría Teatro, que reflexiona sobre la humanidad a través de los ojos de un bufón.

Paulina Flores, actriz principal y dramaturga de La Factoría Teatro, también desarrolla su trabajo con agrupaciones de Chile y el extranjero (Cía. La Mancha, Cía. Teatro Emergencia, Platform+, etc.).

Ella está a cargo de encarnar al bufón, es por eso que conversamos sobre su aproximación al teatro, el nacimiento de La Factoría y de donde nace la idea de «Lejos de lo divino».


¿Cuál fue tu primer acercamiento al teatro del que tengas memoria?

Yo creo que fue bastante tardío. porque en realidad el deseo de actuación y eso vino de muy chica y tiene que ver más con la televisión, que era lo que uno consumía. O sea, yo soy del año 70, entonces toda mi infancia fui criada por la tele y yo vivía en el campo, entonces allá lo que podías ver de teatro en la televisión.

Entonces el teatro fue como bastante tardío, yo diría en la enseñanza media, que era típico, que no sé si te pasó a ti, que te tenían que llevar a ver una obra, entonces después te hacían pruebas. Ahí empecé, me acuerdo que vi súper buenas cosas, vi «Ardiente paciencia», donde actuaba la Amparo Noguera, vi a la Bélgica Castro en la R»emolienda», vi varios montajes bien buenos, interesantes, y reforzaron mi deseo y la certeza de que eso era lo que me gustaba mucho.


Cuando veías estas obra es ¿qué era lo que más te llamaba la atención? ¿El escenario, los personajes, los diálogos?

Lo que más yo creo que me deslumbraba era esa sensación de que la persona estaba ahí, encarnada en lo que estaba haciendo. O sea, como te digo, tuve la oportunidad de ver cosas muy buenas y por lo tanto a muy buenos actores en escenario y esa forma de transmitir que ellos estaban siendo, no actuando digamos como un personaje, sino que siendo ahí, eso yo lo encontraba, hasta el día de hoy lo encuentro que es lo más fantástico que puede hacer.

Poner tu cuerpo a disposición y mente y todo, estar ahí en el momento, en el ahora, no pensando en la próxima escena, sino ¨lo que se vive ahí y eso lo podía yo sin saber tanto como ahora sé después de 30 años, pero entender el teatro como público, así es como wow, ¿cómo pueden hacer eso?


Y cuando entraste a estudiar teatro, ¿pensaste quiero actuar, quiero escribir o quiero dirigir?

No, actuar. Toda la vida fue eso sí, no tenía ningún otro interés ydespués que la vida te va poniendo otras cosas, en caso de La Factoría empecé a hacer todo lo que eran los guiones, y me salió bastante natural.

Igual me inspiro mucho en libros, en películas, en frases, cosas que quiero hacer. No soy una dramaturga cien por ciento como otras personas pueden llamarse así, porque soy una buena editora de las cosas que me gusta escuchar y las paso por mí y las vuelvo a entregar desde mi punto de vista. Eso me me gusta mucho y me acomoda un montón.

La dirección nunca me ha gustado, me gusta la dirección de actores, es decir, cuando me ha tocado estar con otros colegas y tengo la oportunidad de poder guiar un poco la línea de su actuación, me gusta mucho ayudar en eso, pero ¿dirigir una obra? No, no es para mí. Pastelero a tus pasteles. Lo mío es la actuación. Lo mío es guión.


¿Cómo y por qué nace La Factoría Teatro?

En el 2002 empezamos el nombre de La Factoría, pero con Marcos Belmar, quien es director, nosotros nos conocemos del año 94, por ahí. Empezamos a estudiar en una escuela que se llamaba Bertolt Brecht, que ya no existe, y en esa escuela nos conocimos y nos enganchamos al tiro.

O sea, nos encantaba la forma de actuar que teníamos uno del otro, nos admirábamos en eso y después cuando salimos dijimos:

-«Ya, tenemos que hacer cosas.

-Si tenemos que hacer cosas, pero cómo?

-Ay, no sé, hay que buscar a alguien que nos dirija.

Teníamos tantas ideas, ganas, pero no teníamos la independencia y la vida nos puso frente a una compañía que estaba llegando del extranjero que se llamaba La Mancha y ahí Rodrigo Malbrán, Eli Nixon, Ernesto Malbrán, que eran los cabecillas de este proyecto, querían hacer una escuela.

Primero nos metimos a hacer unos reemplazos en una obra que se llamaba «Parranda», que estaban haciendo ellos y después tuvimos la oportunidad de ser becados en esa escuela y ahí pudimos tener las herramientas que no teníamos en la otra escuela, porque la otra escuela. vimos harto teatro realista, comedia, en fin, pero las herramientas para crear lo que estamos haciendo, lo pudimos eh obtener gracias a la segunda escuela de la Mancha y ahí nos lanzamos en el 2002 con el primer montaje, «El hijo de la noche».

Entonces ya de antes se venía pensando La Factoría, pero así concretamente con el nombre, apellido y todo, fue en el 2002.


¿De dónde nace la idea de «Lejos de lo divino?

Nace de un impulso que junto a Marcos nos venía dando vueltas hace rato, porque hay una gran diferencia con los montajes anteriores a lo que es «Lejos de lo divino», porque en los montajes anteriores, pese a seguir siempre usando la mayoría de las veces el espacio vacío, el teatro físico gestual, contábamos literalmente historias, es decir, personajes que va pasando por abc motivos, cosas, va creándose el conflicto seguido el desenlace y final. No importa la historia que contáramos.

En este caso no teníamos una historia así determinada que contar, sino que debíamos hablar de ciertos temas, eso era lo importante. Porque yo me puse a estudiar filosofía, me metí a la USACH y ahí dije «oye Marcos, mira» y empezábamos a hablar, si hay que hacer algo y en qué estilo podríamos hacerlo algo que conociéramos.

El bufón es una muy buena herramienta para poder hablar de ciertos temas que tú quieras hacer sin meterlo dentro de una historia, sin crear esto que te digo de inicio, desarrollo y desenlace, sino que puedes hablar de lo que te interesa, pero tienes que hacerlo de una forma entretenida, eso sí, tienes que hacerlo de una forma que a la gente, lo que tú le quieras entregar esté hecho de una forma que sea atractiva, porque si no que lata.


¿Por qué usar la figura del bufón para reflexionar sobre la humanidad?

Porque el el el bufón es un ser que es descrito desde la parte de seres humanos, es un ser totalmente periférico, es un ser totalmente «outcast», es un ser que está totalmente fuera de las convenciones, fuera de todo esto de tener que aparentar.

Es un ser que no tiene miedo al ridículo, es un ser que está ahí para conmocionar, para provocar, por lo tanto es ideal como herramienta, como te decía, para poder hablar de ciertos temas, pero hay que hacerlo, insisto, de una forma que sea atractiva para que no sea un ladrillo, que lata.

Hay que buscar formas entretenidas que el bufón de cierta manera esté envuelto en un aura que a la gente pueda captar lo que le decimos sin tener que estar sintiendo que está en una clase de magíster o doctorado sobre filosofía.

Entonces, lo que hacemos con «Lejos de lo divino» es simular como que estuviéramos en un parque de diversiones. Pasamos de una cosa a otra, vamos cambiando, ocupamos iluminación, el sonido también, lo acústico para ir creando y el bufón va jugando a diferentes cosas y ahí es donde vamos metiendo los temas.


Esto es un unipersonal, ¿es su única obra bajo este formato o las otras que han hecho con La Factoría han tenido elencos más grandes?

Sí, hemos estado con elencos de cinco, seis, hasta siete personas hemos sido, pero también, después de todo lo que pasó con la pandemia y de pasar un tiempo bastante complejo y previo a la pandemia, porque «Lejos de lo divino» ya se venía pensando de antes, dijimos mira, es muy difícil como teatro independiente, estar siempre creando algo nuevo, porque no tienes el apoyo finalmente, más que nada, de tu propio círculo y de tu bolsillo de lo que haces.

Entonces hagamos algo pequeño, hagamos algo pequeño en el sentido de que somos dos. el director, la actriz. El director hace la iluminación y la música, y yo estoy ahí actuando, obviamente, y creando todo por una razón práctica, la de la sobrevivencia, querido amigo, que es un una realidad muy grande de la gente que hace teatro y la que se mantiene, o sea, de las compañías que después de tanto tiempo vamos a seguir.

Por ese lado fue el camino que quisimos darle para poder seguir haciendo teatro, estando más tranquilos, porque muchas veces a los compañeros no siempre se les puede pagar bien como uno quisiera por las circunstancias, los sacrificios son muchos.

Entonces dijimos, si vamos a seguir así, tratemos de hacer algo por primera vez donde una sola persona esté en el escenario. Así que así fue, eso fue una de las razones, algo práctico para poder seguir haciendo, viajar, salir y que sea todo más fácil y menos complejo.


Frente a eso, ¿cuáles son los desafíos que se levantan al hacer un unipersonal?

Primero fue Luchar contra el miedo, porque estaba terriblemente asustada. Esto no lo voy a poder hacer. Me va a dar un colapso. Estaba muy asustada de enfrentarme al público yo sola, ya unipersonal, y dije cómo sostener por estos 50 minutos.

Después me di cuenta que en realidad no estaba sola, porque tengo una serie de elementos que están conmigo en el escenario, que interactúan de cierta manera conmigo y solo dentro de los ensayos me fui dando cuenta que con la historia que el pánico era algo creado por mi cabeza, mi lógica, pero en realidad no estoy sola.

O sea, la iluminación, el sonido, todo se da un ambiente que yo mientras estoy actuando estoy interactuando con otras cosas en el escenario y esas cosas, como dije al principio de que me gusta de la actuación, es creer que algo así es real.

A medida que me acercaba a la verdad de lo real, de crear, tengo un osito de peluche que me acompaña y es como un colega y es como dice Marcos, en el fondo seguimos jugando como lo hacíamos de chicos, con un pedazo de palo haciéndolo una pistola, con los muñecos dándole vida. Sigues jugando, pero ahora de forma profesional y con público, pero es lo mismo que nos pasaba cuando niños y realmente eso pasó, entonces eso fue un gran desafío.

Lo otro era hacer que esto fuera algo que la gente pudiera disfrutar, no algo que fuera pesado, aunque los temas que tocamos son profundos, como te decía, el cuento de la adoctrinamiento desde chicos, que vivimos el cuento de la la soledad, la muerte y en fin, son cosas que son pesaditas y incomodan, ¿pero ya cómo hacer con la forma que tú lo entregas, que la gente esté ahí contigo? y ese fue otro desafío y creo que por lo menos ambos estamos con un logrado.

¿Cuáles son los puntos claves de «Lejos de lo divino»?

Queremos ofrecer al público un viaje a los sentires profundos, alejandonos de la lógica realista para contar una historia. Lo que se verá en el escenario es el cuestionamiento constante de una actriz encarnada en un bufón, que no servil a lo racional y lo que pretende es provocar, incomodar, conmover.

Abarcamos temas como la perdida del entusiasmo, la soledad, el absurdo de la existencia, nuestro adoctrinamiento, nuestra permanencia como lo único inevitable. entre otros temas.

Siempre fue nuestra intención no tener un resultado prestablecido de lo que «Lejos de lo divino». Podemos describir el envoltorio del espectáculo, bufón moderno, unipersonal, teatro físico gestual, pero el resultado siempre va a ser la interpretación subjetiva de cada persona y esto nos fascina como Factoría Teatro, «Lejos de lo divino» pretende ser una obra en constante cambio, siempre en proceso, con tantas interpretaciones como público asistente.


La obra va cambiando, de acuerdo a los puntos claves. Respecto a cómo es el proceso, ¿cuántas veces ha cambiado la obra entonces desde creó?

Está la misma estructura que tenemos los mismos temas, la misma forma, pero es una cosa innata en la obra que vamos viendo que podemos cambiar pequeños detalles, quizás en la actuación, en la forma como el bufón se mueve, porque creo que cada vez nos acercamos un poco más a la verdad.

Para no ser muy enredada, pero alejarte de la actuación que yo te decía en un principio, que no está mal, hay gente que se enfrenta a actuar de una forma, se aprende el guión y trata de hacer el personaje. Yo a pesar de estar maquillada y vestida como un bufón, mi desafío es que cada día yo me acerque más a la verdad. Es decir, que si yo lloro, yo estoy llorando de verdad. Si yo me río, me río de verdad. Si estoy en un momento despotricando, realmente estoy enojada de verdad.

Por eso digo que va cambiando, porque nos vamos acercando cada vez a esta verdad y es muy loco, porque es difícil explicarlo en palabras, porque nos alejamos un poco de la lógica a la cual estamos acostumbrados.

Obviamente estamos criados en una lógica eurocentrista, para entender las cosas de cierta forma y lo que nos está proponiendo el cuento con el bufón es de algo mucho más primario e instintivo. El acercarse a esa verdad, el sacar un poco más la bestia que tenemos, es algo que he ido acercando de a poco, de a poco. Por eso decimos que vamos cambiando.

Quizás alguien que ve el montaje ahora y lo ve dentro de tres meses, quizás esas son sutilezas más que nada para nosotros, pero nosotros las notamos y es acercarnos cada vez a realmente estar ahí en el momento y con la verdad más pura que se pueda.

Nunca va a ser así, absolutamente, pero el proceso va, por eso siempre decimos vamos en proceso, seguimos y la cosa va cambiando.


¿Qué crees que puede aportar el teatro como arte al momento de estas reflexiones existenciales?

Yo creo que el teatro es una excelente herramienta para poder reflexionar, pero hay que encontrar la forma de que no se convierta en algo aleccionador, porque eso es una trampa, creo yo.

Reflexionar siempre nos va a llevar a estar en una constante crítica. Reflexionar es doblarse sobre sí mismo, ir hacia adentro y hacerse esta autoinspección, por decirlo así, que tiene que ser constante.

Por lo tanto, ahí yo creo que es una trampa cuando uno quiere reflexionar, pero dar una lección finalmente, porque ahí está cerrando algo y nuestra idea, y creo que por eso es lo fantástico del teatro, es que si lo haces con las herramientas que tú conozcas desde el modo que tú lo quieras, pero siempre solamente adentrando a esto de la reflexión sin dar una respuesta final, es lo más maravilloso que puede pasar dentro de la fantástica herramienta que es, porque eso nos acerca a lo que somos como humanos, nunca cerrar algo, siempre estar en un constante desarrollo, en el constante proceso.

Porque es así finalmente, nunca hay nada totalmente cerrado. Entonces. Creo que esa es una gran cosa que podemos hacer con el teatro. Hay muchas otras cosas, por supuesto, estoy diciendo donde estamos poniendo nosotros las fichas ahora, que nos interesa eso.